El comercio de Sant Antoni se monta su propio Amazon

El comercio de Sant Antoni se monta su propio Amazon

Comerciantes, encantistas y una oenegé que reparte alimentos suman sus esfuerzos para salvar la Navidad


Una voluntaria recoge un pedido en el negocio de consumibles Salvany (Mané Espinosa)

  

Objetivo: salvar la Navidad. Al menos la campaña comercial. Asociaciones de vecinos y comerciantes del barrio de Sant Antoni están resueltos a competir con las grandes y muy sonrientes plataformas digitales de venta por internet y reparto a domicilio. Unos y otros están afinando un su propio sistema, un sistema de andar por casa, el del barrio. Ya suman alrededor de 250 negocios muy variados, una veintena de voluntarios dispuestos a pedalear, media docena de bicicletas y un puñado de bares y restaurantes. Este fin de semana L’Estevet, el Món Viet y el Dinàmic ofrecerán unos menús muy apañados, ideales para cumplir el toque de queda con el estómago contento.

Aquí, en este lado del Eixample, ya durante la tercera semana de aquel marzo maldito, la oenegé vecinal nacida durante la crisis del ladrillo De Veí a Veí montó en apenas un par de días una de las primeras redes de autoayuda vecinal de toda Barcelona, enseguida se puso a repartir toneladas de alimentos entre la gente más mayor, la gente que de repente se encontró sin ingresos, la gente que tenía mucho miedo a salir a la calle… Y De Veí a Veí continuó realizando su labor durante los peores momentos de la pandemia. Ahora, Rafael Martínez, uno de los fundadores de esta oenegé, explica que es el momento de echar una mano al comercio, que los carteles de liquidación por cierre abundan cada día más, que si la gente no se arremanga nada ni nadie vendrá a despejar los nubarrones del horizonte.

Una veintena de ‘riders’ reparte a domicilio las ventas de unos 250 negocios realizadas por WhatsApp Business

Esta historia acaba de empezar. Els riders solidarios apenas llevan una semana en funcionamiento. Aún están tuneando un par de triciclos con carrito que se compraron en Wallapop, únicamente están realizando media docena de entregas al día, los repartidores son todavía voluntarios… “Queremos que el año que viene ya formen parte de la cooperativa que tenemos en la oenegé –prosigue Martínez–. Todo esto también tiene que tener continuidad. Pero en estos momentos nuestro principal objetivo es salvar la campaña de Navidad”.

Y ya están en el ajo unos 150 comerciantes de la asociación Som Sant Antoni y también un centenar de encantistas del mercado municipal. No es fácil, explican también Lidia Núñez, vicdepresidenta de Som Sant Antoni, y Joan Mestre, representante de los encantistas. Porque la brecha digital es mucho más grande de lo que la gente se cree, la nueva normalidad cogió a muchos comerciantes de toda la vida a contrapié, unos cuantos voluntarios tratan de hacérselo todo más sencillo. Además, el actor Màrius Hernández, que también es del barrio, protagoniza la tutorial colgada en el YouTube destinada a animar a la gente. “Ante la incertidumbre y las crecientes restricciones tenemos que hacer piña para ser competitivos y sobrevivir”, dicen los comerciantes y los encantistas.

La idea es desarrollar su propia aplicación, si todo va bien… pero mientras tanto se las apañan con la página web comproalbarri.com y la app WhatsApp Business. De esta manera, prosiguen Martínez, Núñez y Mestre, el comerciante puede estrechar la relación con el cliente, establecer comunicaciones más ricas que un simple click, potenciar los negocios de proximidad y de barrio…

“A mí la verdad es que me está yendo muy bien –dice Víctor Salvany, tras el mostrador de la tienda de consumibles, toners y esas cosas Salvany–. Me apunté porque pensé que era la única manera de plantarle cara a Amazon, la única manera de que yo pudiera ofrecer fácilmente un servicio de calidad. Porque ahora, con el teletrabajo, cada vez hay más gente que necesita tinta en su casa... y cada vez hay más gente que prefiere no salir de casa... Además, yo en verdad hago muy pocas ventas al día , pero normalmente cada una de al menos 50 euros. No puedo permitirme perder ninguna, que venga alguien a la tienda y se la encuentre cerrada porque salí a hacer una entrega”. Y si uno tiene su tienda o vive unas pocas calles más allá del barrio que llame igualmente. Esta historia no hizo más que empezar.

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